P. Arturo Sosa Abascal. S.J
La Universidad Católica del Táchira, digamos, desde sus orígenes, ha estado vinculada al estado Táchira. El obispo fundador, monseñor Alejandro Fernández Feo siempre tuvo en mente la idea de acercar la universidad a los tachirenses, porque como no había otra oportunidad de estudios universitarios, era una forma distinta de estudiar.
Con una matrícula cercana a los 10 mil estudiantes, la Universidad Católica del Táchira dirige sus pasos a su conversión en la gran Universidad de la Frontera. Se trata del centro de educación superior más antiguo del Táchira y con un compromiso social bien entendido.
Es la institución de
estudios superiores del sector privado, con los más bajos costos,
incluso sus mensualidades son inferiores a las de algunos colegios de
primaria y bachillerato.
Hacia el Occidente de la
ciudad se levanta el nuevo parque universitario de la UCAT y su
capacidad de expansión pareciera que no tiene límite.
El sacerdote jesuita,
Arturo Sosa Abascal, miembro de una acrisolada familia caraqueña,
transita el sexto año por el Rectorado de esta Universidad y ha
continuado, de la mejor manera la obra iniciada por sus antecesores,
pero con afán, con prisa.
Culto, inteligente, pero
fundamentalmente sencillo, el padre Sosa goza de una sólida formación
académica alcanzada en centros del país y el exterior. Una de sus
confesiones tiene que ver con la sorpresa que causa el tener pocos
estudiantes colombianos.
Hace parte del reducido grupo consejero del padre Adolfo Nicolás Pachón el superior general de los Jesuitas.
¿Usted quiere convertir a la Católica en la Gran Universidad de la Frontera?
Vamos a quitarle lo de
Gran. Vamos a decir que queremos convertir a la Católica en Universidad
de Frontera. Creo que para los que viven en el Táchira y para los que
vinimos a vivir al Táchira, es una experiencia distinta en el país de la
que tiene el resto de los habitantes venezolanos que no viven en
frontera. Incluso difícil de comprender y no basta estar situado en la
frontera, para ser de frontera.
La Universidad Católica
del Táchira, digamos, desde sus orígenes, ha estado vinculada al estado
Táchira. El obispo fundador, monseñor Alejandro Fernández Feo siempre
tuvo en mente la idea de acercar la universidad a los tachirenses,
porque como no había otra oportunidad de estudios universitarios, era
una forma distinta de estudiar.
Los jesuitas tienen el
servicio en la frontera como apostolado. Se que van a Guasdualito, La
Victoria, El Nula a preparar profesores de secundaria de esa zona
fronteriza, para mejorar la academia. ¿Cuál es el propósito real?
Es el mismo: consolidar
esos lazos humanos. Creo que un porcentaje altísimo de los problemas de
la frontera, tiene que ver con la ausencia de humanidad y en este
aspecto lo que más se ve es el tema de la violencia, y la ausencia del
Estado que debe estar presente de una manera mucho más eficaz, y no sólo
de la Fuerza Armada, sino de todas las instancias del Estado.
Muy pocos colombianos
Son muy pocos los estudiantes colombianos ¿Qué pasa?
No tengo respuesta a esa
pregunta y también me la he hecho muchas veces. Creo que tiene que ver
con varios factores: uno de ellos el sistema universitario venezolano y
quizás también colombiano, que todavía son sistemas demasiado vistos
hacia adentro de cada nación, que no son flexibles, que no están
pensados en términos de la integración de los países.
Nosotros tenemos una
facultad de Derecho que quizás es la más conocida y es la única en la
zona del suroeste venezolano, pero un abogado venezolano se gradúa y no
conoce Derecho colombiano; en consecuencia al estudiante colombiano no
le conviene venir a estudiar aquí porque está demasiado centrada en el
Derecho venezolano y eso le crea limitaciones para el ejercicio de la
profesión allá.
Área de posgrados
Es evidente que un
abogado venezolano es diferente a uno colombiano, en materia de
formación, pero por otra parte he visto a estudiantes venezolanos,
incluso egresados de esta Universidad en estudios de posgrado. ¿Eso no
se podría hacer aquí?
Desde luego que sí y no
sólo que lo podemos sino que queremos hacerlos aquí. El sistema
universitario venezolano tiene que dar pasos importantes en esa
dirección, tiene que flexibilizarse. La diferencia entre universidades
públicas y privadas también es grande en esa flexibilidad. Es una de las
tareas pendientes a corto plazo.
Sorprende el crecimiento
de la planta física de la UCAT. ¿Cómo obtienen los fondos para la
infraestructura de una obra que es gigantesca?
La universidad ha
crecido con sus propios recursos y del aval. Habría necesidad de buscar
otro apoyo. Ha tenido desde hace muchos años la preocupación por
adecuarla.
El terreno en donde se
está desarrollando el nuevo parque universitario se adquirió en 1994.
Obviamente la universidad tiene planta física porque tiene algo qué
hacer, algo que decir, pero la planta que hemos tenido tradicionalmente
la conocimos en Barrio Obrero como "Loma del Tejar".
La construcción de la
nueva sede ha sido costeada con los ahorros de la Universidad y con los
préstamos que se nos han concedido.
Accesible
No queremos tener una
universidad costosa, desde el punto de vista de la mensualidad, sino que
tenga calidad, a la que puedan acceder todos los estratos sociales de
la región.
Hay cifras que llaman la
atención: en el último estudio que hicimos, el cinco por ciento de
nuestros estudiantes son hijos de buhoneros (trabajadores informales) y
eso qué quiere decir, que el tachirense quiere que sus hijos estudien.
Si un buhonero destina buena parte de su ingreso para que su hijo
estudie, quiere decir, que hay un gran interés por prepararse y que la
Universidad lo hace posible.
¿Se había planteado una
matrícula tope de 10 mil estudiantes, a largo plazo. No obstante parece
que esa cifra ya se está alcanzando?
Ojalá lo logremos el próximo año. Este período 2009/2010, alcanzamos una matrícula de 8600 estudiantes en Licenciatura, a eso hay que sumarle unos 500 y tanto estudiantes de posgrado, lo que nos da más de nueve mil estudiantes.
Pero tenemos que mejorar
la parte cualitativa. Ya en San Cristóbal la oferta universitaria
inicial es bastante alta; en San Cristóbal hay unos 25 institutos
universitarios entre universidades e institutos, pero no hay una buena
oferta de postgrados y en este momento la Licenciatura no es suficiente;
en este momento la formación universitaria exige el cuarto nivel y es
ahí donde debemos ser audaces y pioneros en ofrecer muy buenos
postgrados.
Abrir el abanico
Estamos ofreciendo en
este momento Doctorado en Derecho en combinación con la Central y
también queremos ampliar la oferta a nivel de pregrado. En la zona hay
carencia en el área sociología, en Economía no hay alternativa a nivel
de licenciatura.
Eso es lo que llamo
enriquecimiento cualitativo, ampliar la oferta académica para que haya
mayores oportunidades. En el área de la salud también habría oportunidad
de hacer muchas cosas, sobre todo a nivel de Técnico Superior. Ahí hay
que trabajar duro y eso es lo que antes mencionaba, de la necesidad de
transformar el estudio electivo de estudios.
¿Podríamos decir que el
crecimiento académico va en dos sentidos: mejorar el producto con
posgrados y abrir el abanico a nuevas carreras?
Así es y un tercer
sentido que es la flexibilización de los estudios para que eso sea de
verdad un motivo de movilización e internacionalización para mejorar el
currículo, para que le permita a un profesional que se gradúa en el
Táchira, estar en cualquier parte del mundo como un profesional de
primera línea.
Entiendo que de universidades e institutos de educación privados, la que mejor paga es la UCAT.
Más sorpresas.
En este momento el pago
universitario es muy malo, incluyendo las públicas. Somos los que mejor
pagamos, porque hemos tenido la convicción de tener los mejores
profesores. Queremos equiparar sueldos con las universidades públicas,
pero no es fácil, pero ciertamente hemos hecho un esfuerzo para que el
profesor que trabaja en la Universidad, o el empleado o el obrero se
sienta que la universidad es su vida, para que se comprometa con un
proyecto y para eso se busca tener la mejor solidaridad.
Todo eso nos lleva a decir una cosa obvia y es que la Universidad tiene una buena administración.
Mejor entendimiento
La frontera
colombo-venezolana, la que limita con el Alto Apure, Arauca, Norte de
Santander, es una unidad no sólo geográfica sino cultural que tiene
cientos de años y eso no es improvisado. Lo que sucede aquí, la manera
de percibir aquí, la manera de relacionarse, de sensibilizarse unos con
otros, es distinta. Los que son apureños, los que son araucanos, o son
tachirenses no dejan de ser ni araucanos, ni apureños, ni tachirenses,
pero son distintos a los del resto del país.
Esa es una riqueza que
hay que aprovechar, de interacción, que no es sólo comercial y que va
mucho más allá y creo que en eso hemos sido tímidos, tanto los
tachirenses, como los colombianos de esta frontera, en reafirmar esa
entidad propia que no le quita nada al ser venezolano, o al ser
colombiano, pero si le añade mucho a los dos. Y se entienden mucho mejor
el país, su historia, lo que significa la integración, lo que significa
ser pueblos hermanos, cuando se tiene esa vivencia que cuando no se
tiene.
Para resolver un
problema judicial, por ejemplo, el Tribunal más cercano lo tiene a
cientos de kilómetros; uno de los elementos claves en ese proceso es la
educación. Si logramos, a través de la educación, consolidar esas
personas que se comprometen con su vida en la frontera.
Integración europea
Hay grandes proyectos,
por ejemplo, en Europa se produjo un acuerdo en Boloña hace 10 años y a
estas alturas del convenio, prácticamente todas las universidades han
rehecho su currículo, de manera que un profesional que se graduó en
Italia, pueda ejercer su profesión en cualquier país de la Comunidad
Europea.
Y no solamente ejercer,
sino que supone que por lo menos un tercio de su carrera la hace fuera
del país donde estudia, de manera que si se va a graduar de economista,
de ingeniero, de abogado o de médico y su universidad madre es La
Sorbona de París, él debe hacer cuando menos tres semestres en otros
países: uno en Inglaterra, otro en Italia y otro en España, con lo cual
enriquece su manera de ver la profesión y de ver el mundo.
Nosotros también
estamos, tímidamente, tratando de hacer algo en América Latina. La
Compañía de Jesús tiene en América Latina 32 centros universitarios y
creamos una red que se llama la Asociación de Universidades encomendadas
a la Compañía de Jesús de América Latina, que a su vez está conectada
con la red de universidades norteamericanas que son otras 30. Entonces
queremos eso, caminar al paso que podamos para lograr esa combinación.
La carrera universitaria se convierte en una manera de ser ciudadano del mundo y ese es el objetivo.
Hay otro factor que
tiene que ver con la no integración entre el área tachirense y el área
de Norte de Santander; una integración económica y social y eso se ha
complicado en los últimos años con las tensiones que se han suscitado
entre los dos países. En este aspecto me manifiesto optimista y creo que
el futuro va para allá.
Creo que tanto el futuro
de las universidades venezolanas como colombianas nos va a llevar a que
cada vez busquemos formas de una mejor ínter-actuación y que para los
estudiantes sea una ventaja moverse de un país para otro.
Ramsés Díaz León - Corresponsal La Opinión San Cristóbal | 05 de junio de 2010 Material del Diario La Opinión; Cúcuta Colombia.

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