El pasado 09 de diciembre a las 11 de la
noche, falleció el P. Acacio Belandria en un accidente de carro cerca
de San Cristóbal, estado Táchira. Muchas manifestaciones de solidaridad y
amor se hicieron presente ante la desaparición física del P. Acacio.
Desde la Provincia de Venezuela de la Compañía de Jesús, queremos
agradecer todas estas expresiones y compartimos con ustedes algunas de
ellas, pues creemos que hacen honor a su vida . Finalmente compartimos un mensaje de Jesús Rafael Rodríguez (Txuo), SJ., de la comunidad del P. Acacaio.

Queridos amigos y amigas:
Con estas líneas quiero agradecerles su
solidaridad y acompañamiento, pero a la vez compartir mi experiencia
personal de este momento que me ha toca vivir.
Para mí no ha sido fácil asumir esta
realidad. El domingo 9 de diciembre, a las 10:40 de noche, comenzó mi
viernes santo.
Sentí que el mal me aplastaba con su fuerza. Sentí el
dolor y el sufrimiento en carne propia. Empecé a vivir la pasión en
tiempo de adviento. Experimenté la frase del profeta Isaías que dice:
“El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento”. Sentí que el señor me
trituraba con el sufrimiento y el dolor por la muerte de mi querido
padre Acacio. En esos minutos que bajo la lluvia pedí auxilio a los
carros que pasaban para llevar a Acacio a un centro hospitalario
cercano; en esos momentos que pase en el CDI pidiendo que le salvaran la
vida a Acacio; en ese momento que recibí tan triste noticia; en esas
las largas horas vividas en las puertas del ambulatorio esperando que
Teresa y Mariluz fuesen trasladadas a una clínica, pero no había
gasolina en las ambulancias; en esas largas horas sentado en el suelo
frente a la morgue esperando me entregaran a Acacio… comprendí lo que
Cristo sufrió, sentí desde el corazón como me trituraban con el
sufrimiento.
En medio de ese dolor surgió en mí el desconcierto y la
pregunta: ¿por qué? ¿Por qué tanto dolor? ¿Por qué me haces pasar tanto
dolor y me quitas a Acacio? ¿Por qué sufrir tiene sentido en el ser
humano? Era mi oración, la de un cristiano desesperado que le pregunta a
Papá Dios ¿Por qué?
Cuando regresaba de San Cristóbal
después de largar horas de espera por el cuerpo de Acacio, me sentí como
los discípulos de Emaús. Me sentí poquita cosa. Sentí que me derrumbaba
ante el dolor y la tristeza. No tenía la capacidad de rebelarme ante el
dolor que se estaba apoderando de mí. Sin embargo, al llegar al Nula y
ver a un pueblo solidario, un pueblo en pie de lucha, unas comunidades
campesinas empoderadas, una comunidad cristiana fortalecida en la
esperanza… empecé a experimentar la experiencia de la resurrección.
Desde que llegué al Nula la tarde del lunes 10 de diciembre, experimenté
que Acacio ya estaba resucitando en las comunidades campesinas de El
Nula. La muestra de un pueblo que me acompañaba en el dolor, un pueblo
sostenía en la esperanza; abrió en mí una nueva perspectiva sabiendo que
lo que me toca asumir de ahora en adelante no será fácil.
Hoy, al tercer día de este lamentable
hecho, Quiero levantarme aun cuando sé que Acacio no está conmigo en
esta lucha, quiero seguir adelante por esta frontera que soñamos juntos y
que nos ocupó la vida durante 7 años y medio que compartimos comunidad,
quiero seguir adelante en medio de las adversidades pidiéndole a Acacio
que interceda por mí y no me acobarde ante las consecuencias que pueda
existir el anuncio del evangelio a favor de los pobres, quiero seguir
adelante cuando parece que todo se acaba, quiero seguir adelante en esta
zona fronteriza sin rebajar la radicalidad del mensaje… Quiero ser
valiente anunciador del reino de Dios en esta frontera marcada por las
diferentes caras de la violencia… Hoy más que nunca siento la fuerza y
el coraje de Acacio para meterle el pecho a este pueblo.
Nuevamente, reitero mi agradecimiento a cada uno de ustedes. Papá Dios se lo pague.
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